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Con las manos llenas de grasa y la frente sudorosa, Dolly, una recicladora de San Benito, desarma un televisor tradicional que alguien arrojó a la basura, seguramente porque ya no servía o simplemente fue reemplazado por uno  LSD que están de moda y no ocupan mucho espacio. Esta mujer, que no pasa los 35 años, vive de los objetos que nadie quiere, la chatarra.

En el sector que comunica al barrio San Benito con el puente del barrio Meissen, existen lugares y personas dedicadas a recolectar electrodomésticos inservibles o devaluados comercialmente, con el fin de sacar su mayor provecho y venderlos por chatarra.

Dolly, quien trabaja en este sector, asegura que el negocio de reciclar era muy bueno, pero que la competencia ha ayudado a que disminuya la demanda, sin embargo aún es una actividad rentable. En las mañanas esta humilde mujer y su suegro recorren las calles de Bogotá con el fin de recolectar cualquier electrodoméstico que ya nadie quiera: televisores, neveras, computadores, equipos de sonido, etc.

Vale la pena resaltar que la mayoría de electrodomésticos ´inservibles´ son comprados por las personas encargadas de reciclarlos para luego venderlos. El televisor es lo más barato que se consigue en el mercado, por un valor de 2000 pesos y lo más costoso son las lavadoras que pueden llegar a valer 40.000 pesos.

CHATARRA,  la basura

que nadie quiere​

Crónica

Por Johanna Prieto

Después de ser recolectados, los electrodomésticos son llevados a las bodegas de San Benito y desarmados. En este proceso se rescatan piezas que contengan oro, plata, paladio y cobre, algunos materiales valiosos que se pueden recuperar. Las partes de un televisor, que costó 2000 pesos se pueden vender en 4000 pesos, esto quiere decir que se le gana el doble de la inversión. Sin embargo, el articulo más costoso, del que se puede decir que un reciclador se gana la lotería cuando lo compra, son las  lavadoras; éstas se venden en 100.000 pesos como articulo de segunda, o, si se desarma, todas sus partes se pueden vender por chatarra.

Por su parte, las carcasas plásticas, que no sirven para nada, según los recicladores, son arrojadas en las aceras de estas cuadras, para ser recogidas por los camiones de la basura con destino final, Doña Juana.

Es de resaltar que la actividad comercial en torno a la chatarra en el sector, la construcción del puente vehicular y la adecuación de las calles, han producido gran tránsito de peatones y carros,  y con ello se ha disminuido la inseguridad que algún tiempo rondó estas calles que algún día estuvieron desoladas.

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